Construida en concreto colado, sobre pilotes, esta casa es la replica tamaño natural, a la que sólo le faltaría la patina del tiempo, de la « Casa del Puerto », de este antiguo puerto, muy activo en los tiempos en que se transportaba la madera y el granito azul para construir los astilleros de Saint-Nazaire.
La casa en el Loire
Lejos del teatro, este efímero, he aquí el sueño de una morada de piedra. Una de sus ventanas está aún abierta, como si los habitantes acabaran de dejarla. Sometida al lento balanceo de la marea, esta casa silenciosa y solitaria, adormecida de soslayo sobre el agua fangosa, vigila las riberas de Lavau, un pueblo de 729 habitantes ubicado en el estero del Loire.
Hoy en día, cual antigua posta, después de haber acogido su cuota de viajeros, hace señas al transeúnte. Ella es, en su camino, un hito, un punto de referencia, un signo, al mismo título que una escultura testigo de la gloria del pasado.
Pero esta casa deja su puerta abierta al imaginario de cada uno. ¿ Quién pensará en la vida des sus huéspedes de antaño, las gaviotas y otras aves que ahí llegaron a anidar quizás ? ¿ quién recordará su casa de infancia, con los postigos definitivamente cerrados, o a todas esas personas desplazadas, obligadas a preparar maletas a toda prisa?...
Por vez primera, Jean-Luc Courcoult se aventura en el ámbito del Land Art. Responde al pedido de « Estuaire 2007 », una manifestación de arte contemporáneo iniciada por Jean Blaise, el director del Lieu Unique, en Nantes. Courcoult se codea con artistas plásticos como Alain Sechas, Felice Varini, Fabrice Hyber, Erwin Wurm. Son treinta autores, cuyas obras marcan a lo largo del Loire los sesenta kilómetros que separan Nantes y Saint-Nazaire.
Ningún testimonio