La verdadera historia de Royal de Luxe
De Odile Quirot, del libro "Royal de Luxe 2001 - 2011", publicado por Actes Sud
En todo el mundo, Royal de Luxe es una de las compañías francesas más famosas. El término «teatro callejero» está unido a su nombre desde su creación en 1979. En ese momento, la tendencia era a la búsqueda de nuevas formas teatrales y de un nuevo público. Los teatros ya no eran el único lugar de representación, sino también los almacenes en desuso, los hangares y la calle, cuyas virtudes se estaban redescubriendo. Royal de Luxe fue pionera en este tema, y con ello su cóctel de realismo imaginario, energía, bricolaje a la vista y humor, que estalló con una legendaria novela fotográfica, un juego divertido y frenético con los clichés melodramáticos del género. Casi treinta años después, esta etiqueta de «teatro de calle» designa innumerables compañías y festivales, y se volvió demasiado estrecha para esta singular compañía.
El término (si realmente se necesita uno) «teatro al aire libre» sería más apropiado. A lo largo de su larga historia, Royal de Luxe se ha apoderado de estaciones, escaparates, plazas de pueblos, una calle, un árbol, un río, un carguero, ciudades enteras, y ha construido sus propias gradas para algunos de sus espectáculos. Necesita el cielo y el teatro, combinados en una alegre hibridación con la escultura, la magia, la música, el desfile, el cine, el happening, la proeza técnica. «Cada vez – aconsejó Emile Zola a los artistas- que quieren encerrarte en un código declarando: esto es teatro, esto no es teatro, responde directamente: El teatro no existe. Hay teatros y yo estoy buscando el mío».
Royal de Luxe inventó el suyo propio, sin dejar de experimentar. Esta compañía es capaz de crear el efecto sorpresa con “Atascos de tráfico” – el momento del descubrimiento por el transeúnte, o casi – de abrir las gigantescas páginas en relieve de “La verdadera Historia de Francia” – unas dos horas de dulce delirio, en particular en el Festival de Aviñón – y de contar una historia a una ciudad entera, durante varios días, con Gigantes de una humanidad inimitable. En resumen, se sale del marco, sea cual sea el punto de vista desde el que se observa.
La compañía saca su fuerza de la imaginación de su capitán, director y fundador, Jean-Luc Courcoult, y de todas las habilidades reunidas a su lado, porque el espíritu de la compañía es siempre el de sus orígenes: actores, técnicos, constructores, manipuladores de marionetas, músicos, escultores, inventores y manitas de todo tipo, cada uno propone, pone su mano en la obra, y en el lodo si es necesario. Se ha vuelto raro. Su fe y su entusiasmo se alimentan de sus maravillosos encuentros con su público, un verdadero público popular, y en este Royal de Luxe es fiel a la utopía de un Jean Vilar decaído en las alas más anarquistas de mayo de 1968. Sus espectáculos son gratuitos, al menos para los espectadores, como lo son los museos en ciertos días, y según el mismo principio: promover el acceso al arte para todos. ¿Sus superproducciones son caras? Pero entonces, qué pasa con este o aquel programa – no daremos nombres – en los llamados canales de “servicio público” …
A su público, Royal de Luxe ofrece la alegría de la creación en vivo, el compartir, el humor, la proeza, la maravilla y grandes historias sencillas que se leerán en las primeras páginas de este libro. Y luego, en retrospectiva, nos damos cuenta de que donde tantas compañías francesas han permanecido uniformemente blancas por tanto tiempo, excepto por la de Peter Brook o Ariane Mnouchkine, Royal de Luxe siempre ha sido multicolor. Uno se da cuenta de que, sin grandes discursos o composturas, Royal de Luxe ha hecho historia, es la edad la que lo quiere, ciertamente, pero sobre todo su incansable espíritu de infancia y su exigencia.
La compañía está anclada en Nantes, una gran ciudad marítima abierta a los artistas, donde Royal de Luxe no vive en una isla, sino que se enfrenta a una verdadera efervescencia cultural. Una ciudad donde sus Gigantes son de la familia. Se espera que cada uno de ellos regrese, y generaciones enteras se cuentan sus extraordinarias aventuras. Se llama tejer vinculos. Y sueños.